
Jordi Ibern
Una vida dedicada al Reiki
Jordi Ibern es profesor de Reiki y terapeuta con más de veinte años de experiencia. Desde hace años enseña Reiki —y también meditación— como un camino para vivir con presencia, sin huir de la vida. Para encontrar paz.
Fundador de Kisetsu, Reiki & Meditation School, ha acompañado a miles de personas en procesos de aprendizaje, práctica y transformación interior, siempre desde la honestidad, la amabilidad y un profundo respeto por las raíces japonesas del Reiki.
Nació en un pequeño pueblo del interior y, tras una infancia difícil, encontró en el Reiki un camino de regreso a sí mismo. Lo siguió hasta que su vida quedó entrelazada con esta práctica.
Su relación con el Reiki
No fue él quien buscó el Reiki —como suele decir—, sino el Reiki quien lo encontró a él.
Se formó en Usui Reiki Ryoho y continuó profundizando con maestros y maestras de referencia internacional, como Yamaguchi Sensei, Rika Saruhashi o Frank A. Petter. Viaja a Japón cada año para seguir estudiando, practicando y enseñando, y allí imparte un retiro y una formación de maestría de doce días en el Japón rural, desconocido y auténtico. También en Kurama, la cuna del Reiki.
Además de su labor como profesor, Jordi ha creado dos asociaciones sin ánimo de lucro para compartir Reiki con personas en riesgo de exclusión social. En la actualidad trabajan en colaboración con la ONG ABD, en Barcelona.
El zen, la meditación y la psicología
Sus enseñanzas están profundamente influenciadas por la espiritualidad japonesa y el zen, especialmente por el maestro Thich Nhat Hanh y por la comunidad de Plum Village, donde realizó retiros y formación intensiva. También ha viajado a China para estudiar Qi Gong y Tai Chi, y ha realizado estudios en mindfulness, gestión emocional y psicología.
Ha impartido cursos, talleres y retiros en España, Europa y Asia, y es autor de los libros El camino espiritual del Reiki y Meditación: parar, observar, aceptar.
Hoy
Hoy vive en Barcelona con su familia y dedica su vida a compartir una práctica sencilla, respetuosa y profundamente humana. Una práctica que, como él mismo dice, no arregla la vida… pero la ilumina.

